El autor de este artículo trata de ilustrar, a partir de situaciones y ejemplos de su experiencia clínica, cómo detrás de la construcción-creación del vínculo en el proceso de adopción existe necesariamente la desaparición y muerte de determinados seres previos a la misma. Seres previos que ocupan el lugar de lo por venir y que necesariamente deben ser destituidos para dejar paso a lo nuevo. Y cómo las expectativas que los padres y madres adoptivos proyectan sobre ese hijo o hija que acaba de llegar generan malestar y sentimientos que pueden desencadenar la denominada depresión postadopción.