Las familias pueden desempeñar un papel clave en la prevención, detección e intervención contra el
acoso escolar. Identificar el acoso como una forma de violencia entre niños, niñas y adolescentes es el
primer paso para comprender la relación entre afecto, poder y violencia, la diferencia como un elemento
de exclusión social así como la corresponsabilidad en la erradicación del acoso. Las familias pueden
prestar atención a tres indicadores básicos de detección: el aislamiento, el cambio de carácter y la
revelación del acoso. Y cuando se detecta el acoso, las familias deben asegurarse de nombrar el acoso
como tal, mostrar congruencia emocional como adultos y empatía hacia los niños, niñas y adolescentes,
evitando la culpabilización y desarrollando respuestas proactivas desde la responsabilidad. El artículo
recoge estrategias para abordar el acoso desde las familias desde una educación emocional positiva.