Beatriz Janin: La adopción y sus avatares
Patologizar a niños y niñas adoptados sin tener en cuenta sus historias previas es uno de los prejuicios y falsas creencias que Beatriz Janin, profesora de Psicología clínica con niños y adolescentes en diferentes universidades y centros de salud, intentó derribar en el seminario La adopción y sus avatares: familias, niños y adolescentes que impartió a profesionales de Atención Primaria, unidades de Salud Mental Infanto –Juvenil, del ámbito Educativo y de Servicios Sociales que intervienen con niños, niñas y familias de adopción y acogimiento, el pasado 11 de febrero en la Escuela Andaluza de Salud Pública. A continuación os presentamos algunas de la ideas centrales de su conferencia a través de textos y vídeos que recogen parte de su intervención en directo.
Fantasías y temores
Para pensar en la adopción hay que analizar qué es lo que le viene pasando a ese niño o niña, qué le está ocurriendo, pero también el contexto, a la familia adoptante.
Muchas veces durante el proceso de adopción, mientras se espera, hay fantasías en la familia adoptiva que marcan su encuentro con ese hijo o hija. Ese niño o niña llega con una historia previa, aunque sea muy pequeña, y se integra en una familia que tiene también una historia previa en relación al deseo de tener un hijo o hija.
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Cortes que dejan marcas
Aunque ese niño o niña no haya sufrido maltrato ha tenido cortes en su vida que afecta a la representación de sí, se supone habiendo sido rechazado o abandonado. Esto es un golpe narcisista que deberá salvar a partir de nuevos vínculos. La madre y el padre adoptivo debe reconocerle su historia previa pero a la vez tendrá que ir incorporando la historia de su nueva familia.
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Identificaciones
El no tener la misma carga genética lleva a que la pertenencia a la familia adoptiva se deba construir exclusivamente en base al discurso. Es decir, es en el discurso de los otros donde el niño y la niña tiene que aparecer como integrante de la familia.
Los niños y niñas adoptados vienen con un cúmulo de identificaciones, con aquello que los otros le han devuelto de sí y con cómo los otros eran. El que haya alguien que lo mire de otra manera, le puede cambiar al niño o niña la imagen que tienen de sí mismo. La madre y el padre adoptivo debe reconocerle su historia previa pero a la vez tendrá que ir incorporando la historia de su nueva familia, en este sentido la elaboración de diferencias y la construcción de vínculos hay que ir dándolas a partir del lenguaje y los afectos.
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Armando y construyendo historias
No hay que abrumar al hijo e hija adoptado con explicaciones sobre sus orígenes pero a la vez no puede haber ocultamiento. Estos niños y niñas vivieron en instituciones, a veces en una familia de acogida, hubo cortes existenciales y necesitan rearmar esa historia y transformarla en una historia propia.
Es muy importante dar tiempo al niño o niña que debe hacer un trabajo de elaboración, sin confundir sufrimiento psíquico con patología de por vida, acompañarlo y ayudarlo a elaborar desencuentros pasados para ir construyendo nuevos encuentros.
En relación a los padres y madres adoptantes hay que escucharlos, acompañarlos en los duelos, hablar de las fantasías previas a la adopción y del temor al futuro del niño o niña.
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La adolescencia
La adolescencia implica una nueva reestructuración psíquica, es un momento difícil en el que recuperar la historia de vida es fundamental y en el que se tejen nuevas historias, pero hay veces que los padres y madres confunden las dificultades propias de la adolescencia con las de la adopción. Los y las adolescentes se tienen que separar de los padres y madres, el problema está en que para los padres y madres adoptivos sentir que el hijo o hija se quiere separar es como si se quebrarse el vínculo. Además en la adolescencia se van a incrementar las preguntas acerca del origen y la sexualidad y la idea de reproducción cobran una nueva importancia y esto también hay que tenerlo en cuenta.
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Patologización de la adopción
Muchas veces se supone que un niños o niña adoptado va a tener problemas de aprendizaje, no por su historia previa, sino por una especie de herencia negativa.
Las dificultades reales de aprendizaje pueden aparecer cuando hay preguntas prohibidas y el niño o niña adoptado siente que puede dañar a su familia adoptiva, cuando existen obstáculos para hacer preguntas por no saber si hay respuestas o porque el niño o niña puede quedar identificado con los padres biológicos a los que se supone con problemas.
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