El niño o niña que está en situación de ser adoptado ha carecido de respuestas adecuadas y constantes a sus necesidades y cuando sus padres le adopten su crianza será más compleja y difícil. Los duelos y carencias que preceden a la filiación adoptiva han dejado en el niño profundas huellas psíquicas y físicas; de la comprensión que de ellas tengan los padres y de cómo le ayuden a elaborar las pérdidas van a depender el vínculo afectivo mutuo y la salud mental de los miembros de la familia. Pero en nuestra sociedad aún hay un gran desconocimiento social de las necesidades con las que el menor adoptado llega a su nueva familia y del estrés emocional que provoca el cambio total de entorno de la misma adopción.