Lo que se pretende es que el niño o la niña “atesore” una colección de recuerdos de su pasado (fotos, objetos, cartas, documentos, juguetes, etc.), de su estancia actual en acogimiento y de su relación con el personal técnico o familia acogedora, siendo el mismo niño o la niña quien va ayudando a completar la colección y a llenar poco a poco el cofre o cualquier caja.
La idea es que, con el tiempo, el cofre del tesoro vaya adquiriendo especial significación para el niño o la niña, llegando a convertirse en un recipiente para sus sentimientos, experiencias y recuerdos, recientes y antiguos.
Esta actividad se puede hacer con niños y niñas de todas las edades. Para adolescentes se pueden introducir variantes como colocar en el interior de la caja escritos y cartas de la familia acogedora o profesional y utilizar el cofre como un buzón de correspondencia.
La técnica está pensada también para que el niño o la niña recuerden el afecto y el cuidado que recibió de la persona referente (profesional o familia acogedora) con la que compartió todos esos momentos. Se trata de afianzar los recuerdos y las relaciones positivas a lo largo del acogimiento, de manera que esta caja y su contenido se conviertan en un símbolo de aspectos valiosos y positivos de sí mismo que el niño o la niña podrá llevarse consigo cuando se vaya del centro o cambie de familia.
