Reacciones ante el acogimiento

En los primeros momentos de la adaptación al acogimiento podemos observar distintas reacciones emocionales en los niños y niñas que pueden condicionar la forma y el momento más indicados para comenzar las sesiones del trabajo de historia de vida:

  • Sentimientos de rechazo hacia su situación de acogimiento. Algunos niños y niñas expresan su rechazo de forma que parece que no les afecta, como si nada hubiera ocurrido. Otros pueden negar la separación diciendo que sus progenitores vendrán pronto a recogerlos. La mayor parte de estos niños y niñas desean volver con ellos o su familia y fantasean con esa posibilidad. Con frecuencia tienen una percepción irreal o idealizada de ellos y no conocen bien ni aceptan ni comprenden la gravedad de la situación que han vivido.
  • Sentimientos contradictorios o ambivalentes. Algunos niños o niñas protestan, están enfadados e irascibles o incluso pueden manifestar conductas destructivas o desafiantes. Este enfado a veces se dirige hacia sus familiares y sienten rabia hacia ellos o hacia las personas que se ocupan de su cuidado o hacia profesionales de los servicios sociales por haberles conducido a su situación actual. Otros se sienten impotentes y están desesperados por sentirse abandonados por sus familiares. Y otros pueden oscilar entre el enfado, la desesperación y la tristeza en diferentes momentos y ante diferentes circunstancias.
  • Sentimientos de culpabilidad. Es relativamente frecuente encontrar a niños y niñas en acogimiento que se sienten responsables de la situación actual de sus progenitores, en particular si el desamparo del niño o niña ha tenido consecuencias administrativas o penales para ellos o si el niño o niña ha jugado un papel activo en el desenlace de la situación. También es posible encontrar a niños y niñas que creen que si sus progenitores les pegaban o les trataban mal era porque se portaban mal y, en consecuencia, se lo merecían.
  • Conflicto de lealtades. A veces, los niños y niñas en acogimiento pueden rehuir el contacto o la vinculación con las personas que los cuidan o con las que mantienen relaciones más estrechas. Sienten que vincularse emocionalmente a estas personas supone traicionar los sentimientos hacia su familia de origen.

¿Cómo ayuda el trabajo de historia de vida a elaborar estos sentimientos?

  1. Proporcionando a niños y niñas un espacio de tranquilidad y aceptación donde poder expresarse y hablar acerca de lo que siente.
  2. Transmitiéndoles el mensaje de que comprendemos lo que sienten y que pueden confiar en nosotros sin temor a reprimendas o descalificaciones.
  3. Haciéndoles sentir acogidos y queridos y conteniendo la expresión de sentimientos cuando es preciso.
  4. Devolviéndoles una imagen positiva de sí mismos y su historia y proporcionándoles la información y el apoyo que necesitan para afrontar su situación personal y familiar de forma positiva.
  5. Proporcionándoles información y tratando con ellos y ellas acerca de su situación de acogimiento y el plan de intervención previsto en su caso.
  6. Realizando actividades variadas e interesantes donde los y las protagonistas son ellos y ellas mismos.

De todas formas, conviene recordar aquí los límites del trabajo de historia de vida. Como ya se ha dicho, para algunos niños y niñas que han pasado por experiencias muy traumáticas y que evidencian graves dificultades de adaptación y/o diferente sintomatología clínica, el trabajo de historia de vida puede y debe esperar. Sólo cuando el/la especialista lo valore y lo recomiende
se podrá iniciar el trabajo con estos niños y niñas ya que lo más importante en estos casos es su tratamiento.

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