Momentos en la compresión del acogimiento y su historia personal

Hasta los 5 ó 6 años

  • Comprensión limitada de lo que significa el acogimiento.
  • En ocasiones pueden mostrar un interés superficial por el acogimiento.
  • La información sobre su historia la vive como una anécdota sin especial conexión con lo que siente de sí mismo/a.
  • El niño o niña vincula las conversaciones sobre su historia a momentos de intimidad.

Es necesario reiterar que tienen unos padres y que la familia acogedora se ocuparán de él/ella el tiempo que sea preciso.
Sería recomendable que los niños y las niñas oyeran hablar de manera natural sobre el acogimiento y lo que significa. Y también acerca del rol que corresponde a cada persona: familia biológica, familia acogedora, profesionales…

Entre los 7 y los 12 años

  • Aumenta la capacidad intelectual del niño o la niña
  • Distinguen entre las situaciones de acogimiento y su familia de origen.
  • Empiezan a entender que si viven en un centro o en una familia acogedora es porque su familia biológica no le podía cuidar y ello puede provocarles el surgimiento de sentimientos de pérdida, de abandono y dudas.
  • Con el aumento de la capacidad intelectual, el niño o la niña comienza a sentir la necesidad de profundizar en las circunstancias que le llevaron al acogimiento. Se plantean preguntas como “¿Por qué no se quedaron conmigo? ¿no me querían lo suficiente? ¿a quién me pareceré?”.
  • Algunos niños y niñas pueden experimentar temor y preocupación a que se produzca una nueva ruptura y los/las profesionales y familia acogedora les dejen nuevamente abandonados.

Es aconsejable en estos momentos crear un clima fundamentado en el amor y en la confianza, para hacerles sentir seguros y minimizar los sentimientos de abandono.

Adolescencia

Uno de los logros principales de esta etapa tiene que ver con la construcción de la identidad. En esta etapa, los niños y niñas adolescentes prefieren compartir su mundo emocional e identitario con su grupo de iguales, aunque siguen necesitando el apoyo de sus adultos de referencia (educadores/as, acogedores o padres).

  • Aparecen interrogantes relacionados con la identidad y se plantean cuestiones como: ¿cómo podría haber sido mi vida si…? ¿qué pasaría si un día volviera a ver a mi madre? La manera en que los niños y niñas adolescentes se plantean y experimentan estos interrogantes está influida por su carácter y su personalidad, así como por las experiencias vividas a lo largo de su historia, la calidad de los vínculos que actualmente tienen con las personas que se ocupan de ellos y también las relaciones que mantienen con entorno social y de amistades.

Algunos adolescentes que no conocen a sus padres, no mantienen contactos con ellos o no tienen información
suficiente sobre su historia personal, pueden sentir la necesidad de iniciar una búsqueda activa de sus orígenes con la finalidad de completar aquellos elementos que necesitan encajar en su relato personal para acabar de forjar su identidad.

Es recomendable que se exploren las ideas que poseen invitándoles al diálogo para que expresen sus sentimientos cada vez que lo necesiten.

Mirando hacia el futuro

Desde el punto de vista del trabajo de historia de vida, lo más importante es abordar lo que sienta y experimente el niño o la niña en relación con el destino previsto en su plan de intervención y también durante el proceso de acoplamiento a la nueva medida.

Y todo ello con la ayuda de diferentes actividades y de manera que quede registrado mediante notas, escritos, imágenes o cualquier otro procedimiento en su libro de vida.

Hablar sobre el plan de intervención

Preparar el retorno con la familia biológica

Preparar la transición a un acogimiento familiar

Preparar la transición a un acogimiento residencial

Preparar la transición a la adopción

Desde el presente al pasado

Uno de los objetivos fundamentales del trabajo de historia de vida es acompañar al niño o la niña en un viaje hacia el pasado que dé continuidad a su relato personal y le ayude a entender por qué está en acogimiento. Para emprender este viaje, primero hay que empezar por conocer, ordenar y secuenciar la información disponible sobre su historia para después compartirla con el niño o la niña utilizando para ello recursos habituales como el libro de vida o algunas

técnicas como el flujograma, el ecomapa o el cofre del tesoro. Pero el trabajo de historia de vida también es un espacio de encuentro en el que los niños y las niñas acogidos podrán expresar sus sentimientos y afrontar positivamente las pérdidas, intentar dar sentido a los cambios de su vida y mejorar su adaptación a las nuevas rutinas y normas de centros o familias.

Conocer, ordenar y dar sentido al pasado

Sentimientos de pérdida

Reacciones ante el acogimiento

Forjando las relaciones

Además de recoger y ordenar la información relativa al niño o la niña y guardar registro documental y gráfico de los primeros momentos de su llegada al acogimiento, para que el trabajo de historia de vida pueda realizarse de manera efectiva es necesario programar unas sesiones de trabajo individual y directo con el niño o la niña donde se podrán en práctica las técnicas y recursos
de esta guía.

Es fundamental también que en estas sesiones vaya generándose poco a poco una corriente de confianza entre el niño o la niña y la persona acogedora a través de un contacto cálido, estable y predecible.

El momento más apropiado para iniciar estos contactos individuales y directos depende de cada caso y de cada situación concreta. Aunque lo más recomendable es empezar cuanto antes, no hay una regla que se pueda aplicar a todos los niños y las niñas y las familias.

Antes de empezar es imprescindible evaluar la situación inicial del niño o la niña y valorar si se encuentra receptivo y en condiciones de participar en estos encuentros o si debería esperarse un poco más.

Para iniciar las sesiones del trabajo de historia de vida hay que contar con la motivación y la participación activa del niño o la niña. Para ello, es importante informarle sobre lo que se va a hacer, animarle a participar y expresarle la importancia de este momento del proceso de acogimiento. Una manera de hacerlo es, por ejemplo, tomando decisiones con el niño o niña, pidiéndole su opinión acerca del momento de comienzo de los encuentros y dándole la debida relevancia a su criterio.

Crear una dinámica de encuentros

Para que el trabajo de historia de vida sea efectivo tiene que convertirse en una experiencia estable y predecible en la vida de los niños y niñas. Antes de iniciar estos encuentros es conveniente realizar una adecuada planificación previa. Para ello, tendremos en cuenta los objetivos que queremos conseguir con cada niño o la niña, los obstáculos que podemos encontrar y las necesidades y las características del niño o la niña.

A continuación, presentamos una propuesta orientativa teniendo en cuenta que cada familia podrá adaptarlas a sus circunstancias. Entre los principales elementos que debemos considerar en la planificación de las sesiones están su frecuencia, su duración y la elección del lugar donde se va a trabajar, la disponibilidad de niños, niñas y adultos y la preparación de material que vamos a usar.

Frecuencia

Es recomendable que entre sesión y sesión no haya un espacio temporal demasiado amplio. Este es un parámetro que puede variar en función de las circunstancias de cada caso y de la edad del niño o de la niña:

  • De los 3 a los 6-7 años, los encuentros deberán ser más frecuentes (2 ó incluso 3 sesiones a la semana), para evitar el olvido y dar continuidad al trabajo con la sesión anterior.
  • De 7-8 años las sesiones podrán espaciarse más en el tiempo (1 a la semana o incluso 1 cada 10 días), pues a estas edades han adquirido mayores capacidades intelectuales y de memoria que nos permiten distanciar los encuentros.

De todas formas, puede ser que algunos niños o niñas necesiten durante un tiempo una frecuencia más intensa y continua debido a su alta motivación o a su nivel de implicación emocional o, por el contrario, que necesiten un descanso o un respiro en un momento determinado antes de seguir con el trabajo.

Por lo tanto, lo más importante es ser flexibles y adaptarnos a las necesidades y circunstancias de cada niño o niña a lo largo del trabajo de historia de vida.

Duración

Lo ideal es establecer un tiempo específico para cada sesión en torno a una hora de duración, aunque también en esto conviene ser flexible y adaptarse a las necesidades de cada caso y cada momento a lo largo del trabajo de historia de vida. En algunos casos, aunque se haya cumplido la hora prevista, puede no ser conveniente finalizar la sesión de manera precipitada
cuando se están tratando aspectos relevantes para el niño o niña. En todo caso, la duración de las sesiones va a depender de una serie de factores como la edad del niño o niña, su motivación y su concentración durante las sesiones y el tiempo disponible tanto por parte del niño o niña como por parte de la persona acogedora

En función de la edad, la duración de las sesiones puede variar:

  • De los 3 a los 6-7 años, los encuentros podrán tener una duración menor para mantener su concentración y evitar el cansancio y la distracción.
  • De 7 a 8 años, debido al desarrollo de la atención y la memoria, así como el aumento capacidades para el procesamiento de la información, las sesiones podrán prolongarse durante más tiempo.

Explicando al niño o a la niña en qué consiste lo que vamos a hacer y animándolo a contribuir activamente, lo normal es que participe motivado y de buen grado en estas sesiones. Su interés y su motivación por la actividad pueden variar a lo largo de la sesión
y a lo largo de trabajo de historia de vida. Por ello, conviene no cansar a los niños y las niñas y tratar de mantener su interés y su motivación alternando actividades y contenidos. Lo que en ningún caso se podrá hacer es forzarlos, ya que obligarlos puede provocar el rechazo del niño o la niña a estos encuentros.

Debemos tener presente que cada niño o niña es diferente como lo son también sus circunstancias. Podemos encontrarnos con niños y niñas que necesiten sesiones más largas en determinados momentos o que necesiten sesiones más cortas para irse acostumbrando poco a poco a esta dinámica de trabajo.

La clave es la flexibilidad y la capacidad para adaptarnos a las necesidades y circunstancias de cada niño o niña a lo largo del trabajo de historia de vida.

Lugar

En la casa de la familia acogedora debería realizarse en un lugar donde el niño o la niña se sienta cómodo: su habitación, una salita,…

Lo importante es que sea un espacio amplio, con buena luminosidad y temperatura, con un mobiliario adecuado como mesas y sillas donde poder realizar las actividades y en donde, eventualmente, se pueda jugar o trabajar en el suelo. Debe tratarse de un lugar tranquilo donde no existan interferencias que alteren el desarrollo del trabajo de historia de vida.

En el caso de los niños y las niñas más mayores también cabe la posibilidad de hacer el trabajo de historia de vida fuera de este espacio siempre que desee conocer personalmente o volver a estar en determinados lugares que tienen un especial significado en su historia. En estos
casos, se pueden programar vistas y recorridos por estos lugares y recoger impresiones y hacer fotos que luego podrán ser incorporadas al libro de vida.

Materiales

El material más comúnmente utilizado en las sesiones es el que habitualmente se conoce como material escolar: lápices, rotuladores, papel y cartulina, pegamento y tijeras, etc. Para hacer algunas actividades puede ser necesario tener preparadas fotos, así como otros documentos u objetos. En la planificación de las sesiones conviene incluir el material que vamos a usar en cada una de ellas a fin de tenerlo preparado cuando vayamos a trabajar con los niños y las niñas.

El principal recurso para abordar el trabajo de historia de vida es el libro de vida. Por lo tanto, en la primera sesión, además de presentarnos y aprovechar para conocernos mejor, podremos empezar por personalizar el libro de vida y plasmar en él los datos de identificación y de nacimiento del niño o de la niña, tanto en el caso de que nos decidamos por crear nuestro propio libro de vida como si usamos Viaje a mi historia, el libro de vida que se facilita con el pack de acogida.

Disponibilidad de tiempo

  • Los niños y niñas son los principales protagonistas de este trabajo de historia de vida y las personas acogedoras deben ajustar el horario de las sesiones a la disponibilidad de tiempo de los niños y las niñas. A partir de los 3 años, todos asisten al colegio, por lo que por las mañanas no será posible desarrollar este tipo de intervención. Además, hay que respetar el horario de realización de las tareas escolares y de juego.
  • Las familias acogedoras, en cambio, tienen más flexibilidad a la hora de llevar a cabo las sesiones. Por ejemplo, los fines de semana ofrecen una buena oportunidad para que se produzcan estos momentos de encuentro sin prisas, ya que ambos pueden estar más tranquilos y relajados. Sin embargo, hay que estar atentos puesto que la mayor flexibilidad puede hacer que la frecuencia de encuentros se torne inconsistente e impredecible debido a la dificultad de encajar la actividad en los ritmos internos y sociales de la familia.

Recibimiento en una familia de acogida

La llegada del niño o la niña a la familia acogedora marca el comienzo de un proceso de adaptación mutua cuya secuencia no siempre es progresiva y ascendente y que puede requerir su tiempo en función de las circunstancias y características de cada caso.
Es muy importante guardar constancia escrita y fotográfica tanto de la llegada del niño o niña a la familia como del encuentro con otros niños, de su adaptación inicial, etc.

Hacer algunas fotografías para que niños y niñas puedan recordar esos momentos, aunque hay que procurar hacer fotos en las que salgan favorecidos y en actitudes positivas. Esta constancia material de la llegada del niño o niña es fundamental ya que nos permitirá hablar sobre sus experiencias a la llegada y abordar sus sentimientos en relación con la separación de su familia biológica.

Facilitar la transición al acogimiento

Para mejorar la transición desde su familia a la familia acogedora y suavizar el impacto emocional que supone la separación de su familia biológica en estos primeros

momentos, es recomendable, siempre que sea posible, dar continuidad a la experiencia del niño o la niña atendiendo a los siguientes factores.

  • Si es posible, implicar a los progenitores del niño o niña en el proceso de acogimiento. Éstos podrán colaborar en el momento de la despedida y el acoplamiento y durante todo el acogimiento en visitas, programas de formación, supervisión de la atención, etc.
  • Intentar que las relaciones entre la familia biológica y la familia de acogida sea de complementariedad y colaboración.
  • Los equipos de profesionales que trabajan con las familias preparen la separación y la transición del niño o la niña a la familia, favoreciendo los contactos previos con el centro, proporcionándole la información y los materiales antes de la acogida y en función de su edad.
  • Tratar de evitar, siempre que sea posible y beneficioso para el niño o niña, que el paso al acogimiento signifique la ruptura de los vínculos entre la familia biológica y el niño o la niña.
  • Es recomendable que los niños y niñas puedan llevar consigo algunos juguetes y objetos preferidos de su casa, así como fotos de sus personas queridas, al centro o a la familia de urgencia. La razón principal es dar continuidad a la experiencia del niño o la niña para que se sienta lo más cómodo/a y seguro/a posible. Si en el momento de su salida no ha podido llevarse estos objetos y recuerdos, podemos ponernos en contacto con la familia y pedírselos para que pueda tenerlos lo antes posible.
  • Cuidar la coordinación entre los equipos de profesionales implicados en los Servicios Sociales Comunitarios, el Servicio de Protección de Menores, las familias acogedoras, los centros y las entidades colaboradoras en acogimiento familiar.

Entrega del material

Todos los niños y niñas que ingresan en un centro o pasan a un acogimiento familiar recibirán, con independencia de su edad, un material para el trabajo de historia de vida. Este material será del niño o niña y le acompañará a partir de ese momento a donde vaya.

El material se compone de un cuaderno de bienvenida, un modelo de libro de vida para cumplimentar durante el acogimiento, un obsequio de bienvenida y una caja (donde todo lo anterior va metido) suficientemente grande para que quepan además otros objetos y materiales que el niño o la niña quiera meter durante el acogimiento.

El recibimiento y la bienvenida

El primer encuentro del niño o la niña con la familia de acogida es aconsejable que se registre por escrito la situación, las expectativas, los sentimientos y las reacciones tanto del niño o niña como de la familia acogedora para posteriormente introducirlo en el libro de historia de vida y, si es posible, que se hagan algunas fotos del encuentro.

También puede ser un momento idóneo para recabar la información necesaria del niño o la niña e intercambiar aquellos obsequios que la familia, de acuerdo con el personal de la entidad colaboradora y protección de menores, crea conveniente. La labor de registro escrito y fotográfico debe continuar a la llegada del niño o niña al hogar de la familia acogedora.

Un aspecto a abordar en los primeros momentos de la llegada del niño o niña a su hogar de acogida desde su familia de nacimiento son los hábitos y rutinas. Es preciso que se le explique cómo es un día normal en

casa, cuál es el colegio al que irá,… Se trata de proporcionar al niño o niña la suficiente información acerca de las características de la nueva familia (composición, entorno, hábitos de vida, actividades de ocio, etc.) y de los sentimientos de ésta hacia él o ella (su interés por conocerle y quererle/a) para reducir lo máximo posible la ansiedad ante la nueva situación. Una manera sencilla de hacerlo es repasando juntos el cuadernillo de bienvenida de la familia e identificando personas, espacios, etc.

Uno o varios días después de que el niño o niña llegue a su nuevo hogar, podemos preparar algún acto de bienvenida: una comida, una merienda, una cena con más niños y niñas, una pequeña fiesta, ir al cine o al campo, etc. Todo lo ocurrido durante el desarrollo de este evento especial será fotografiado y registrado para introducirlo posteriormente en el libro de historia de vida.