Trauma infantil y psicosis: una revisión narrativa

Los datos de los estudios revisados nos permiten concluir que, en el momento actual, no podemos respaldar la hipótesis de que distintos tipos de eventos traumáticos en la infancia predigan de forma diferencial la aparición de síntomas psicóticos concretos en la adolescencia y la adultez.

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Recomendaciones para abordar experiencias y recuerdos dolorosas

Para abordar la historia de vida de niños y niñas en acogimiento y en particular aquellos aspecto de esta historia que poseen mayor carga emocional, es necesario tener en cuenta los siguientes apectos:

Momento evolutivo del niño o la niña

Los niños y niñas pasan por distintas etapas en la comprensión del acogimiento y de las complejas situaciones por las que atraviesa su vida en función de la

edad y de cómo van evolucionando sus capacidades cognitivas. MOMENTOS EN LA COMPRENSIÓN DEL ACOGIMIENTO)

Interpretación de los hechos del niño o la niña

La manera en que el niño o la niña percibe su propia historia será siempre nuestro punto de partida.
En ocasiones, su visión podrá ser muy cercana a lo que conocemos de su historia; en otras, descubriremos cómo

se ha protegido de la adversidad con idealizaciones o fantasías y en otras encontraremos huecos y vacíos que habrá que rellenar para completar el puzzle de su identidad.

Ayudar a eliminar sentimientos de culpa

Muchos niños y niñas pueden llegar a creer y sentir que su situación actual o la situación actual de sus padres o familiares es culpa suya; que si recibían golpes y palizas era porque se portaban mal o que si les desatendían era porque de alguna manera se lo merecían.

Hay que ayudarles a desvincular la situación que vive su familia biológica o sus familiares, así como su situación

actual de acogimiento, de su forma de ser, de su comportamiento o de cualquier otra atribución personal.

No debemos rechazar ni censurar lo que nos dice, sino ofrecerle una visión alternativa que subraye los elementos positivos de su forma de afrontar las situaciones, señalando que, en cualquier caso, la responsabilidad es siempre de las personas mayores.

Ser respetuoso con relación al pasado del niño o la niña

Mostrar respeto y una actitud positiva con relación al pasado del niño o la niña. Hablar de las personas de la historia pasada del niño o la niña con un lenguaje respetuoso y positivo, sin hacer juicios de valor sobre situaciones personales, familiares o culturales.

Los sucesos vitales más significativos deben ser presentados de una manera objetiva, sin prejuicios y siendo honestos.

Ayudar a normalizar la situación del niño o la niña

Los niños y niñas acogidos deben saber que otros niños y niñas comparten con ellos sus mismas dificultades, temores y deseos. Que lo que les ha pasado a ellos también les ha pasado y les pasa a muchos otros niños y niñas.

Resulta muy positivo para los niños y niñas acogidos normalizar su experiencia diciéndoles que son muchos

los niños y niñas que, como ellos, viven en centros o en familias distintas a las biológicas; y que han experimentado sentimientos, deseos y anhelos similares a los suyos y que han logrado superar estos momentos difíciles de manera positiva como, sin duda, ellos también harán.

Estrategias para facilitar la expresión de sentimientos en niños y niñas

El punto de partida para facilitar la expresión de sentimientos es la aceptación del mundo emocional del niño o la niña y la creación de un buen clima emocional durante los momentos que compartimos.
Y eso suele llevar algún tiempo, tiempo que debemos darle a niños y niñas. Expresiones del tipo “no llores, no estés triste” “no debes pensar en eso” aunque buscan consolar al niño o a la niña, no hacen sino transmitirle que sus propias emociones son inadecuadas. Cada situación y cada niño o niña es distinto. Se puede consolar sin negar emociones como, por ejemplo, diciendo “entiendo que estés triste y, aun así… “es normal que pienses eso pero…”. Esta aceptación facilitará que el propio niño o niña reconozca sus emociones y pueda estar en condiciones de aprender a manejarlas.

Una manera sensible y adecuada de facilitar que el niño o niña exprese sentimientos es apoyándose en la lectura de cuentos o historias. La utilización de cuentos puede ser una opción narrativa valiosa para ayudar a los niños y las niñas a identificar personajes y aprender a través de estos modelos. Le permite, a su vez, hablar sobre su historia en tercera persona, disminuyendo la carga emocional que implica la utilización de la primera persona. (…)

Delegar en los niños y las niñas el cuidado de las plantas o los animales domésticos, lo que les permite expresar sentimientos de cariño, afecto, satisfacción, así como ver la capacidad de respuesta de los seres vivos.
Otra actividad puede ser escuchar su música favorita o cantar, lo que facilita el recuerdo de las situaciones y los sentimientos que se encuentran asociados con la música.
A veces, compartir la actividad física como caminar o correr, cavar en el jardín o, por ejemplo, romper y triturar papeles para reciclaje puede proporcionar sensaciones que ayudan a liberar sentimientos de frustración
Las expresiones de cuidado y preocupación, como tomar de la mano, abrazar o cepillar el cabello pueden servir para favorecer momentos de intimidad donde se puedan hacer confidencias.
Por supuesto que el dibujo libre o juego dramático, donde se simulan personajes reales o ficticios, pueden ser instrumentos idóneos para favorecer la expresión de sentimientos ya que ambos pueden ser una vía abierta a la creatividad y la expresión de ideas, preocupaciones, etc.
Por último, también puede servir ver fotos antiguas y hacer nuevas fotos, leer cartas y escribir cartas ya que permiten recordar personas, acontecimientos, así como comunicar ideas, pensamientos, etc.

Recomendaciones generales para la aplicación del trabajo de historia de vida

  • No traicionar nunca la confianza que el niño niña deposita en nosostros/as
  • No evitar hablar de cosas de las que el niño o niña quiere hablar porque a nosotros os resulta incómodas
  • No adelantarse a lo que el niño o niña quiere decir poniendo palabras en su boca
  • Una vez que iniciamos el trabajo de historia de vida no podemos abandonarlo en mitad del camino
  • No utilizar el trabajo de historia de vida o cualquier producto de él como premio o castigo.
  • Ir al ritmo que marca el niño o la niña y no al que a nosotros nos venga mejor.
  • No se puede empezar la sesión para interrumpirla al poco rato.

Cuestiones clave en el trabajo de historia de vida

  • Intentar evitar estereotipos (clichés) cuando nos acercamos al niño o la niña por primera vez. Aunque se puede comenzar con preguntas del tipo ¿te gusta el colegio? o ¿en qué curso/clase estás?, a veces es preferible comenzar con bromas sobre quién es el educador/a o la familia acogedora o lo ilusionado que estás de conocerlo o conocerla. Por ejemplo: “Tenía ganas de conocerte y la verdad es que me está gustando mucho hablar contigo…”.
  • Ser conscientes que nos puede costar aceptar algunos aspectos negativos o episodios difíciles de la historia familiar y de la vida del niño o la niña.
  • Ser conscientes de que el niño o la niña puede tener recuerdos dolorosos o heridas que pueden dificultar la expresión de sus sentimientos o deseos.
  • No crear en el niño o la niña expectativas futuras inciertas o cuya resolución esté demasiado distante en el tiempo acerca de los trayectos de protección, el mantenimiento o no de los contactos con los familiares, etc.
  • Cada niño o niña tiene una historia y unas vivencias que son personales e intransferibles por lo que siempre necesitarán un abordaje personalizado.
  • Es aconsejable trabajar la historia del niño o niña a través de los aspectos positivos o que le hagan sentirse seguro/a.
  • Para intentar comprender al niño o a la niña, debemos averiguar primero cómo se explica a sí mismo quién es él o ella y cómo entiende su propia situación.
  • La familia acogedora debe convertirse en un interlocutor regular y predecible para el niño o la niña. Debemos cumplir lo que prometemos.
  • Estar atentos a las verbalizaciones del niño o la niña sobre sus preferencias, pues nos pueden servir para apoyarnos en ellas para planificar y llevar a cabo actividades que se adapten a sus gustos y afinidades.
  • A ser posible, tratar de abordar la historia completa del niño o niña haciéndole protagonista.